jueves, 30 de octubre de 2008

El peor de todos!

Esperó ha que duermas, te miró y tocó, recorrió las curvas asimétricas perdido en el encanto desnudo de un tiempo mejor, el sueño llegó, se levanto y miró por la ventana pequeña que simula más a un tragaluz que ha un portal externo. Afuera la noche cálida y tenue lo desveló, el sudor le recorrió la carne hervida, no por el calor ambiente o el torso exquisito postrada entre las sabanas húmedas que poseías, si no por la incertidumbre que ella generó, se desveló y no concilió el sueño. Pensó, lucubró, buscó el ¿por qué? y nada lo satisfizo.
El humo invadió el pequeño cuarto con la vacilación constante entre pitadas cortas, la botella no calmó la vehemencia arraigada que le suscitó. Salió del cubo prisionero, especuló la posibilidad de que él haya cambiado y buscó en ella la excusa de no aceptar la verdad. Caminó por las angostas vereda, pisó firme las baldosas rojizas que representó el andar de otras épocas, el pucho estalló entre el motivo blanco de la baldosa y la suela de goma que el mocasín poseía y automáticamente un nuevo cilíndrico vicioso acarició los labios secos, pitadas cortas.
Nuevamente meditó y creyó saber lo que sucedería, la noche estrellada y encantadora como en todo verano trató de hacerle olvidar pero muy adentro de él no lo negó. Paró la marcha y miró delante de él, el inmenso puente de concreto que cruzaba al otro lado de la ciudad, avanzó con ímpetu hacia el sendero elevado mientras los más macabros y desesperados pensamientos se apoderaron de su ser. No pudo apartar esa imagen angelical despreciadora, compungida, la mirada equívoca que ella propino, ¿sí has cambiado?.
Caviló, lo egoísta que fue él, nunca una pequeña mirada, un silencio compartido una atención inmediata a lo maravilloso de su desenvolvimiento cotidiano. Tal vez tendría que volver al cuarto, despertarla, contemplarla, abrazarla y hacerle el amor con la pasión que ella se merece pero no servirá para nada, además es tarde, pensó. Llegó a la mitad del maldito puente gris, volvió a detener la marcha, se subió solo sobre el barandal, miró de un lado al otro, ningún transeúnte a esa hora. Observó una vez más pero esta vez hacia abajo, el estrecho río es profundo, se prestó, soñó y fluyó.

martes, 28 de octubre de 2008

Pase fino!

Ring, ring! Sonó el despertador, con el aliento sobrepasado en copas y mientras se rascó la gallina, enciendió un pucho, qué noche la de anoche!, súpermerkado y sin abroche, caída libre en la montaña de arena. Duro y solo sentado al borde de la cama y sin pantuflas.

Por un momento!

Otra vez caí en otro patio, los perros me corrieron ladrando. Salté la tapia y otra vez en la vereda opuesta, pero siempre había luna llena. Lo mismo, aún que estuve poco tiempo en el zaguán con vos, lo pase muy bien, no sé si ¿vos también?. Te lo tengo que contar ya que hace un par de días “no sé de prados y pájaros adivinos”.
Sí se corta la luz y no vuelvo a ver, me quedará la añoranza de un instante en que compartimos un films y eso no lo perderé jamás. Saltando zanjones que parecen más barroco que terrible me prestaré a seguir con una imagen tuya grabada en la retina, pero el tiempo es tirano y la ilusión encantadora, para mi ha significado mucho y no sólo una sucesión ordinaria de causa y efecto.