lunes, 31 de mayo de 2010

El candidato

Sirvió 4 dedos de whisky en un vaso de boca ancha con 2 cucharaditas de limón verde y 3 cubo de hielo frappé, mientras observaba los titulares del diario. En portada, las fotos mostraban como juraba con un saco apretado y fuera de época. En la página uno, se deshacía de la empresas de diversos servicios que poseía. En la otra hoja, el escándalo con la amante vedette joven y morocha despechada que quedaba sin tarjeta de crédito y departamento de un edificio lujoso.
El suplemento especial, lo mostraba con su panza al aire en una playa del caribe junto a su familia patricia, y en la contratapa, el retrato de él en plena sesión dormido en la banca del senado. La mueca de disconformidad fue con el retrato en que saludaba al juez investigado por una causa de coima y narcotráfico.
Sin embargo, nada de esto lo develaba psicológicamente como un hombre sombrío y autoritario, reservado a ser sumiso y humillado por el aparato partidario de los socios momentarios. La obsesión de coquetear con el poder lo convirtieron en un ridículo atractivo. Dejó el periódico y luego del último sorbo y una risa picara, salió a representarnos.

sábado, 29 de mayo de 2010

Departamentos

Tras el exitosos tours de Francia, volvimos a la ciudad a buscar un departamento para irnos a vivir juntos. Sí hubiese estado solo, sin duda alguna, caminaría con mis botas camperas de piel de iguana por las grandes inmobiliarias, riendo y hablando, mientras tomo café al paso. Pero junto a Mirna, el traqueteo se hace muy largo y hay que ir lento, observando cada habitación, cada piso, cada edificio.
Cansado, Masticaba caramelos de goma frente al agente de bienes raíces, bamboleaba incesantemente mi mandíbula de un lado a otro. La irritación oculta por mis muecas que mantenía el bigotudo vendedor, me agraciaba de sobremanera. Pensaba. Todos los arrebatos de ira y despecho colérico hacía mí que sentiría. La intención de aplicarme un golpe de puño en el medio de la cara por mal parido, y la patada en el culo que le daría a Mirna, por llevar a este pelotudo a ver los deptos con ella.
Reí por dentro e imaginé como debía estar reprimiendo todo, con tal de hacer su trabajo. Salimos, no nos gustó ese tampoco y el vendedor dijo:
-Bueno, quieren observar otro.
-Sí, obvio. –contestó Mirna.
Y, mentalmente me dije: Un trashumante así, es motivo de amarlo.

jueves, 27 de mayo de 2010

El mostrenco

Tenía una voz sencilla y pragmática para describir este mundo como un lugar bello y acogedor. Con ferocidad y melancolía, bramaba en las esquinas céntricas lo obsceno y pegadizo que eran los caminos del mundo, y como las sutilezas y espesuras poéticas del entorno, incursionaban en nuestras almas. Nunca pronunciaba palabras guarangas, explicitas y soezas, por lo contrario, se abocaba a la búsqueda del habla autóctona con un sutil gusto por las tradiciones serranas.
Sin embargo, ya desde el paleolítico de su vida se ponía en puntas de pie intentando huir por la ventana de la cordura en un silencio parco y maravilloso. La locura lo amordazó en el renacimiento de sus años, aguantando a cuenta gotas sus gozos, dolores, alegrías y tristezas pasajeras.
Afanosamente, transitaba el siglo sin hablar de las enigmáticas mujeres que poseían ese linaje angelical, similar a Venus ó Madona, impregnadas en tonos ocres de lienzos invaluables que empachaban los ojos criollos.
En algunas ocasiones, bebía solo, e invitaba a beber a la noche. Ebrio, escupía los mosaicos chinos de las veredas agrietadas y escapaba de su sombra sin designio lírico. Cada tanto coleccionaba colillas de cigarrillos, arrullándolas en una servilleta de papel manteca que le daban los puesteros de la corte en el café de los mil vagabundos. Él, celosamente los guardaba en el bolsillo interno del saco como un poema secreto aún no escrito.
A la hora del crepúsculo aspiraba el aroma de las flores, sólo que la fragancia venía del desagüe. Luego, conversaba con las aves de la plaza, mientras le silbaba distante una melodía que expulsaba migajas de sémolas pasadas.
Ya en la oscuridad, tras el traqueteo diario, la catrera fabricada con cartón prensado soportaba el curtido cuerpo bajo el estrellado pórtico del Banco Nación, reposaba en el sueño onírico remembrando la antología de sus logros, y también de sus derrotas.

sábado, 22 de mayo de 2010

El pingo de la cuarta

Los tres apostadores se reunían diariamente a ver la transmisión de la carrera en la sede del Jokey Club. Las puertas se abrían y los carreristas tiraban un par de monedas a los equinos proyectados en el LCD.
El gran escándalo se forjaba en el paso final del corcel favorito, avanzando arrolladoramente hacía la meta, marcando una diferencia de varios cuerpos de ventaja al resto de los caballos.
-Se terminó, esto esta definido; por dos cabezas "Herradura" Montoya, gana. –anunció los parlantes del televisor. Sin perder tiempo, los tres corrieron desesperadamente a la ventanilla de pago en el Jokey Club.
En la cuarta carrera, "Tránsfugas", era el predilecto. –¡Todo al cabeza, papá!. –jugaron sin dudar los tres.
Dos personas más, entraros disfrazados de gauchos y se dirigieron a la taquilla, preguntaron: ¿quién va?; le respondieron el "Tránfugas", muy bien contestaron y voltearon la mesa de entrada desenfundando un itaca M93 negra. El estallido sonó en todo el recinto y el boletero salió impulsado para atrás con un tiro en el medio del pecho, volándole la visera verde por los aires e impactando contra una estatua hípica de bronce.
La imagen televisada de la pista se multiplicó por la pantalla, mientras que la cabina de pago se vaciaba, rematándola en el tramo final.

jueves, 20 de mayo de 2010

El Tártaro

Carola tenía 18 años y preparaba los cuerpos fallecidos que viajaban al Hades, ó por lo menos así lo pensaba. Sabía del silencio y del sueño metódico que rendía frutos en los brazos tiernos de los difuntos. La creatividad para ella, era una mirada, un frenesí de baboseos, una inquietud sin tiempo en el lugar mas profundo de todos. El tártaro.
Conocía la capacidad universal del alma, y también, la vehemencia de la condición humana. Estoicamente, Carola, fue hasta el Olimpo en un día lluvioso, tardó algunos meses y cobró ahínco. Sus lágrimas se volvieron bronce y detuvieron el tiempo. Recordó, que él mientras le hablaba, siempre la miraba con lujuria y le susurraba al oído amenazas, obligándola a satisfacer los instintos más macabros que ella despreciaba.
Su padre, una personalidad malvada y cruel, quedó tendido sobre los mosaicos de la cocina con un tenedor clavado en la nuca. Quizás, por el interés en la mitología del señor de los infiernos, el cielo se le hizo visible en sus ojos y con melodías de deseo, preparó el brazo paterno.

Bon appétit

Los numerosos bancos de peces se desplazaban en forma circular con una serenidad inigualable. El sosiego que me forjaba suspendido en la pecera azulada, no me encontraba con mayor consternación, todo lo contrario, ya que los diferentes tamaños, formas y colores que producía la fauna acuática, asemejaban una postal impresionista de marinos holandeses.
El agua, fuente y constitución de vida, mostraba las huellas naturales que se impregnaban en mi piel curtida por el sol del mediodía. Nunca supe cuanto llevaba seducido por el bamboleo sereno. Sólo sé que de repente, dispersé la mirada y me percaté que una gran variedad de tiburones aleteaban bajo el pataleo de mis piernas en forma centrifuga, dejé la calma de lado. Alcancé a divisar agazapada a una de las criaturas, sentada sobre su cola como si supiera que mi indefensión no iba a ir a ninguna parte.
Temeroso, otro escualo se lanzó y golpeó la palma de mi mano derecha. Grité atemorizado y pensé en su enorme tamaño mientras me sumergía. Me pregunté, sí me verían como un juguete de plástico Chino que podría ser zamarreado de aquí para allá.
Sentí un roce nuevamente, sin sospechar que era el cuerpo de Samir, desesperé. El joven marroquí que conocí en Santiago de Compostela, ciudad a la que había llegado junto a otros colegas para un reconocimiento importante en la labor humanitaria, flotaba a mi lado.
Un tercer pez cartilaginoso me rodeó. Vino a mi memoria el restaurante de Fabio, un comedero de fruto di mare en el Mercado Norte, él, siempre me hacía probar un buen bocado de cazón fresco en el almuerzo matutino, fue aterrador, la idea de ser yo ahora un tentempié mojado sobre el plato oceánico, cobraba fuerza.
Mientras sostenía el flote, recordé de nuevo la imagen de Samir diciéndome: “Debemos liberar toda contaminación sospechosa y fomentar la conciencia ambiental”. Además, explicaba entre ademanes en la sala de embarques del aeropuerto español, que todos huíamos y no hacíamos nada. Qué ciertas sus palabras.
Inhalé aire, sentí que los enormes ojos del tiburón sentada sobre su cola, se clavaban en mí como en un pequeño estanque, el oleaje que impulsó el avance me subió un poco, pude distinguir como la aleta dorsal cobraba altura sobre la sal acuosa, mis parpados aprisionaron las retinas como una ostra a las perlas, y el resto... El resto, cuando vayan a lo de Fabio y le sirvan sin mayor demora una buena rodaja de Cazón.

viernes, 14 de mayo de 2010

Abducidos

Viajábamos por la ruta 38 hacía Capilla del Monte, Alina tenía un chalet cerca del dique el Cajón, frente al cerro Uritorco. La tarde caía en aureolas amarillas con cándidas moralejas de alquitrán que rebotaban en el asfalto y en los cristales de mis gafas ahumadas “Roy Boy”, ya que se las compré a uno de los vendedores ambulantes de la peatonal San Martín con procedencia dudosa.
Conducía el Fiat Duna CS blanco a gas con tranquilidad, cuando de repente la radio comenzó a perder la señal, fue extraño, cambió justo en el momento que el “Turco” Genesir por “Condena 3” denunciaba que diferentes vecinos de Punilla habían detectado una brillante luz psicodélica en el cielo, zigzagueando de derecha a izquierda.
La potencia del estereo subió y sonó “Love to hate you” de Erasure, sorprendido me atraganté con unos palitos de chocolates Terrabusi perdiendo el conocimiento. Al despertar estábamos como en un limbo nebuloso donde cuatro figuras lánguidas con cabezas cónicas se pararon adelante nuestro, se nos cortó la respiración y las cuerdas vocales no encontraron el tono para elaborar una palabra. De repente, los cuatros desenfundaron cuatro abanicos y repiquetearon una coreografía de “Locomia”, el vaivén de los brazos, de la pelvis y de los hombros seguían el ritmo con una exactitud inusual.
Al terminar uno de ellos se nos acercó, con una mueca en lo que parecía su nariz, nos olfateó como un animal en busca de delimitar su territorio. El aroma del perfume que envolvía el cuerpo de Alina, lo intrigaba ó seguramente, lo asqueaba, ya que la fragancia había sido un regalo mío para su cumpleaños comprado en un tugurio de la Galería Norte.
-“Cartolina Yerrera Nº 8”, con esa la matas. -me dijo la vendedora de la perfumería.
El ente se hizo para atrás y murmuró palabras sueltas; “ET teléfono”; “qué la fuerza te acompañe”; “no hay problema”; “nanu-nanu”. Al instante, otros dos especímenes se posicionaron enfrentados y avanzaron un paso tras otro al compás de “pan y queso”, imaginé que era como tirar la moneda para arriba y ver que hacían con nosotros. “Pido gancho”, exclamó el cuarto ser y los otros tres lo miraron.
Un sonido aturdió nuestros oídos y nos desvanecimos nuevamente, recobré el sentido y observé que los limpiaparabrisas estaban funcionando, las luces intermitentes encendidas y el tono de Mario Pereyra puteando al “Turco” Genesir explotaba por los parlantes. Salí aturdido del Duna y me di cuenta que quedamos estacionado a la vera de la ruta debajo del “Zapato” en la entrada de Capilla. Alina, bajó también del auto y preguntó: ¿qué pasó?; no supe que contestarle y la invité a subirse en la roca con forma de mocasín de espalda al Uritorco y ahí, nos sacamos una foto.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Protesta II

En otro sitio, allí, donde el alquitrán y la sangre se funden espesamente, comenzó la protesta. Se detuvieron clandestinamente por el miedo que el día a día cruelmente arrasaba como tsunamis demoledores, torturados en instante de alerta, una arenga colectiva impulsó la marcha. El que iba a la cabeza escupía rabia, mientras desplegaba un tripulación de emociones vehementes, el resto, acompañaban hambrientos de justicia.
Adelante, el cordón policial no dejaría avanzar a la columna. Enfrentarse al enemigo que devoraba los corazones de jovencitas y don nadies solitarios, fue irremediable.
El ansia, las gomas y los bastones culminaron con una estresante y salvaje sociedad urbana. Y como siempre, no se consiguió nada.

lunes, 10 de mayo de 2010

Hasta mañana

Cerrás tus ojos ó encontrás algo tranquilo que puedas mirar. Cuidas de estar bien sentado ya que es posible que te quedes dormido por la acumulación de colillas arrugadas en el cenicero. El humo indivisible de brasas apagadas a media, no resta aire, sino que suma melancolía de un pasillo vacío.
Recordás que arriba del aparador barnizado; superhéroes, indios, enanos, extraterrestres y soldados, participaban de una teatralización épica para marcar quién es el patrón del estante. Épocas de antaño donde el vencedor reclamaba el borde y el vencido contra la pared se conformaba con llenarse de tierra.
Ya no es fácil ser niño, tus rodillas están por debajo del nivel de la cintura y el nudo de la corbata te aprieta el pescuezo. La sangre ya no irriga como antes y el corazón bombea cada cinco minutos tambaleando el centro de tu ser. Con tartamudeos de charlas vanas en siestas obligadas, conservas la cordura.
Visualizas un remanso, es tan real como imaginario. Tomás conciencia de que hoy, tampoco te visitarán. La enfermera te lleva al cuarto y otra colilla estalla contra el paredón del geriátrico, te recuesta el cuerpo en la cama acomodándote en posición fetal. Cerrás los ojos nuevamente y el ángel te dice que aún mantenes la luz intacta.

sábado, 8 de mayo de 2010

Año nuevo

Faltaban quince minutos para la medianoche y cruzaron el peaje sin que nadie se percatara que una familia de Carcarañas había desaparecido en el kilómetro 32, a la altura de la cementera "Corcemar" en Malageño, por la autopista Justiniano Pose.
En la entrada de Villa Carlos Paz, la policía caminera junto autoridades municipales y el intendente, ordenaban el tránsito desviando a los conductores hacia la banquina, esperando que el primer turista cruzara las cero horas del treintiuno.
Un Ford Focus gris aterrizaba en medio de una marea humana a caballo con cincha y facón, promotoras enfundadas en calzas bien apretadas que remarcaban la fruta tan exquisita como los alfajores serranos que entregaban, copas de plástico con espumantes de primera línea para la ocasión, y el notero del canal local capturando la postal de inicio en la temporada estival.
La frenada lijó las cubiertas contra el asfalto dejándola sin dibujo, bajaron del auto dos jóvenes con las manos arriba nerviosos y arrepentidos, uno de ellos tiró ansioso la ganzúa taiwanesa que había comprado en la “Galería Norte”. Tres agentes se acercaron sorprendidos y observaron dentro del rodado, boquiabierto detectaron que en el interior llevaban una pistola 9 milímetros Sig Sauer, 4 mil pesos, una buena cantidad de C4 y una familia secuestrada.

martes, 4 de mayo de 2010

La colecta

Había encontrado una moneda plateada debajo de las hortensias en el jardín de la casa. En una de las caras se encontraba el rey de los gnomos y en la otra un duende enano irlandés. Los árboles de la calle por las noches silbaban muy fuerte y por lo general traían cosas desopilantes de otros mundos, ó por lo menos eso pensaba Nacho. La oscuridad le producía un terror atroz, siempre comentaba que antes de dormir por la ventana veía un grupo de pajarracos fucsia que revoloteaban la cuadra una y otra vez.
El cielo estaba negro y a punto de caerse por el aguacero que se aproximaba. Cerró las cortinas y tras ellas notó que afuera unos pigmeos corrían por los árboles de enfrente, saltando de rama en rama. Divisó a uno ingresando a la habitación de los padres por el tragaluz contiguo. El espanto lo invadió y se apresuro a esconderse bajo la cama.
Un grito desgarrador provino del cuarto paterno y luego de unos segundos, un sin número de risas macabras entonaban el techo del chalet. Sintió unos pasos que se arrimaban al cuarto. Nacho acurrucado bajo el lecho vio que la puerta se abría y unas botas negras y pequeñas se posaban firmes en el umbral.
Una voz estruendosa ordeno la retirada y recordó que sólo el rey pagaba buen precio por los humanos adultos, la puerta se cerró y escuchó que las botas subían por los escalones hacia el tejado. Nacho respiró aliviado y sacó la cabeza debajo de la catrera, observó una vez más la ventana, los pajarracos fucsia levantaban vuelo y la noche se cerraba hasta la próxima colecta.

lunes, 3 de mayo de 2010

Clóset monstruosos

-¡Están ó no están!.
-¡Mierda!. Quisiera no despertar más.
-Si supieran.
-¡Qué pasaría, si supieran!
- No hay dudas.
-Rabiarían tanto contra mí.
-Dan ganas de no levantarse.
Estoy cansado de oír sólo mi voz. He pasado tres días en la cama ahogado en piélago de sábanas frías sin una arruga, postrado en posición fetal.
-Estoy solo.
-No le temo a la oscuridad, así que antes de ponerme nervioso intento serenarme.
-Perfecto.
Recuerdo que de niño dormía con el placard cerrado de cagón. Le decía a mi madre que troncara la puerta para que Salím, el gato, no se metiera adentro y llenara la ropa de pelos. Hay cosas que por mucho que pase el tiempo y por muy lejos que parezcan que estén, nunca cambian. Qué ironía, estoy cansado del ser humano. Cada tanto hay momentos para pensar en lo que somos y hacemos.
Escucho a la señora de la limpieza abriendo las ventanas del pasillo para purificar el ambiente.
-Es patético esperar cuatro horas para que armonice el nicho.
-Mejor me levanto y me cambio.
-Guardapolvo cuadriculado con cuello mao color negro.
Nunca entendí a la gente que clausuró sus clóset para purificar y mantener cautivo al monstruo, yo estoy muy bien conmigo mismo. No me imaginé la fragancia esparcidas en el tiempo, tan erótico, tan sublime, tan placentero de vestirme de monstruo.
-¡Qué elegancia! –Me digo, en frente de la puerta espejo del placard.
-Un puñal enfundado en la mano derecha y una bolsa de plástico negra en la izquierda, mientras mis labios saborean un "Chesterfield Light".
-Se merece la paga.
-¡I know!.