miércoles, 11 de enero de 2017

III

Me acuesto en la cama y ella enciende la lámpara que está en la cabecera. ¡No puedo moverme! me da un beso en la frente y camina hacia el baño. Se sienta sobre el borde de la bañera y sube su minifalda hasta el comienzo de los muslos. Me gusta, me encanta y me marea.
Me somete y controla mis deseos y movimientos. Es una chica de veinte y pico con brazos y piernas torneadas y bronceadas; el pelo negro azabache lo sacude de lado a lado desnudando sus hombros.
¡Baila! y mueve su cintura de muñeca mientras se acerca a la cama. Suavemente se inclina descubriendo sus pechos y me susurra al oído:
–Una vez que se te pase el efecto de la hioscina, no te vas acordar de mí. Así que pensá ahora porque sos tan pelotudo y calentón para llevar a una desconocida a tu casa.–

…Desperté desnudo en el piso con el departamento pelado.

martes, 10 de enero de 2017

II

Trato de acercarme y ella sacude el brazo con el puño apretado, oigo sus pulseras tintinear. ¡Quiero que me vea! sus palabras son como besos que  robo en secreto y guardo en silencio sin compartirlos con nadie.
Ya es mediodía, las calles comienzan a inundarse de gente y ella sigue clamando con pasión y resiste a cualquier mirada. Su hombro se flexiona y sus nudillos se tensan nuevamente, con su verborragia arremeta con vehemencia. Grita pero con calma, se desviste en metáforas pero no se desnuda con palabras soeces. Su discurso contiene un alto calado emotivo.
Ella trata de explicarles a un grupo de jóvenes con aires parisinos porque anda en bicicleta o reza junto a sus perros sin asistir a misa. ¡Raro! pensarían los jóvenes y uno se da cuenta por la mirada altanera que le lanzan constantemente.
Pero así es ella, tiene una desnudez en el lenguaje imposible de revelar. Dice ser una chica que vive sola en una casa alejada pero acompañada con amor gracias a su luz.
Lástima, sé que soy mayor que ella, tengo la piel arrugada y mi cuerpo ya no es capaz de producir emociones, pero ¡quiero que me vea! así consigo un segundo de aceptación y sienta que aún puedo expeler un vaho joviales.

lunes, 9 de enero de 2017

I

Cuatro cuadras de cola no se esperaban a esta hora de la mañana. Sin embargo era de suponerse. Ella es la embajadora perfecta. Pelea y se embarra hablando de nuestra salud emocional y de nuestra sobrevivencia espiritual, de héroes solitarios con almas atormentadas que riñen en un mundo decadente que no celebra el estilo clásico americano.