jueves, 7 de marzo de 2013


El otro día pedaleabas sobre la ruta mientras los autos te pasaban como hojas secas que empuja el viento hacia ningún lugar. Sonreías, aunque te costaba mantener el equilibrio ante la velocidad y el asfixiante olor a gas oil. Sin embargo, no te molestaba ya que en el morral llevabas un racimo de peperina fresca que te sacaría el regusto al llegar. De frente, sobre el final de la curva un monstruo de dieciocho ruedas avanzaba recolectando mantis religiosas sobre el parabrisas, el bufido al rebasarte no te achico y como una tenaza apretaste los muslos contra el cuadro de la bici para que no te tirara a la banquina. 
Continuaste, despeinada pero sonriente.

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