miércoles, 11 de enero de 2017

III

Me acuesto en la cama y ella enciende la lámpara que está en la cabecera. ¡No puedo moverme! me da un beso en la frente y camina hacia el baño. Se sienta sobre el borde de la bañera y sube su minifalda hasta el comienzo de los muslos. Me gusta, me encanta y me marea.
Me somete y controla mis deseos y movimientos. Es una chica de veinte y pico con brazos y piernas torneadas y bronceadas; el pelo negro azabache lo sacude de lado a lado desnudando sus hombros.
¡Baila! y mueve su cintura de muñeca mientras se acerca a la cama. Suavemente se inclina descubriendo sus pechos y me susurra al oído:
–Una vez que se te pase el efecto de la hioscina, no te vas acordar de mí. Así que pensá ahora porque sos tan pelotudo y calentón para llevar a una desconocida a tu casa.–

…Desperté desnudo en el piso con el departamento pelado.

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