sábado, 18 de abril de 2009

Por un loco verano!

Volvió a la ciudad donde se enamoró tiempo atrás, en una habitación confluyó el sueño de seguir viviendo la realidad. Pensó, que tal vez, azarosamente la encontraría por las calles húmedas y recalcitrantes.
Los primeros días que frecuentó las calles, lo hizo con los ojos clavados en los entes superfluos que transitaban sin cesar, observarlos le daba esperanza mientras encendió una tras otra colilla de cigarrillo. Pero, las horas avanzaron y ese anhelo se convirtió en desconcierto y en pitadas muchas más extensas. El andar ya fue pausado con la cabeza gacha y la miranda clavada en los mosaicos colorados que cubrían las delgadas veredas.
No pudo fingir más el deseo y se dirigió hacia el balcón que solía posarse ella. A pocos metros se dijo:
- Siempre la misma historia!.
- No te detengas, y no mires - caviló.
No hizo caso a su propio pensar y de reojo contemplo el palco; dos personas agarrados de las manos platicaban y sonreían absortos. Con el asombro a cuesta especulo si era ella la que se situaba en el mirador, con esa duda avanzó por las baldosas descoloridas luego de pisar la última colilla que le quedó en el atado.
Una vez más lo nervios lo traicionaros y acepto la posibilidad de que ella estuviese acompañada por otra piel, por otra emoción, en ese mismo balcón.
Se sentó en la esquina del parque en silencio a la vez que sujetó la navaja del ejército Suizo que una vez ella le regaló, sintiendo el desembarazamiento de una pesada carga de errores cometidos. Su conciencia de lo real quedó echa trizas en el banco de madera. Con la mirada en lo alto, concibiendo lo cerca que se encontraba del cielo!.

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