jueves, 6 de noviembre de 2008

Bramó!

Parado en el umbral de la soledad mientras el inhalar permanente del humo transpira en cada bocanada eterna de soplo. Un reconfortante mirar al infinito y percibir allá, bien arriba entre el jardín florido que abarcan los cuerpos luminosos la no tan casual Ofelia que desaparece y aparece fugazmente y paradójicamente enciende por momento una llama que late, generando todo tipo de pasiones, al punto tal, de perder la locura por no tener un hola! reconfortado que inyecte ánimo de brillo. Con ese desdén que debe sentir también Ofelia, satélite guía de Urano, pido socorro al deambular por la vera del lago y no caer mientras las flores me rodean. Un segundo más y la nariz filtra amarguras que mantengan una palpitación despabilada, no pensar en ella.
El grito desmedido, se dice, de amores frustrados, de fatalidad y de destinos sesgado por el dolor. Es la danza del sufrir.

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