lunes, 24 de noviembre de 2008

Una dependencia horrorosa!

Alan es un tipo seductor y ambicioso, le gustan las mujeres guapas, la ropa elegante y el ambiente selecto. El juego demanda rapidez, remover el menjunje con sutileza para llamar la atención. Una anécdota o algo sencillo, como el hecho que las mujeres llevan en general el pelo largo y las faldas cortas, eso a los hombres les atrae. Dependiendo de los ámbitos, él produce amenamente sobre la literatura, el cine y el teatro. Aspira a convencer a las damas presentes por un parto respetado y un nacimiento sin violencia.
La casa está oscura y al peregrino lo condenan a vagar por la vía láctea, ninguna escurridiza mujer le prestó la mirada. Alan no puede ser testigo y antes el atentado de que su mundo sofisticado caiga, enfoca al degeneramiento de un infierno de vulgaridad.
Cada personaje y cada cuadro son presentadas por Lourdes, la madame de aquel piringundin, lo estrafalario del discurso quedó atrás y sólo la generosidad y la humildad de reconocer que es esclavo del bajo vientre.

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