miércoles, 7 de abril de 2010

La ventana de María

Todos los días cerca de la ventana mientras reposaba en su cama, sin que ni siquiera nos percatáramos de ello, María, admiraba el cuadro apaisado que entraba por la pequeña habitación en la parte trasera de la casa. La escena natural de grandes árboles secos sin pájaros silbando y brisas frescas que proporcionaba el mediodía otoñal, sugirió que el céfiro descompuesto que provenía de la morada se esparciera hacía los vecinos.
Al ingresar, María seguía acostada, ella una mujer de ojos pardos, tez marrón oscuro, con unas caderas bien determinadas por lo alta y buena moza que era, tenía la cabeza girada hacía la izquierda con la mirada clavada a la ventana. En el extremo de la cama el brasero se encontraba apuntando sus pies descalzos.
La intoxicación por inhalación de monóxido de carbono le había moretoneado un poco el cuello y el cuerpo ó al menos eso creía el subcomisario, ya que, por lo que habían declarado los moradores de la casa contigua, ella, al parecer vivía sola.
Llegó la orden del cabo primero para retirar el cuerpo y llevarlo a la morgue judicial. Anotó en la planilla la salida del femenino sin vida y el caso fue caratulado como "muerte de etiología imprudente".

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