martes, 6 de abril de 2010

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Obtuve volúmenes de relatos con personas que no saben vivir. Que no fundan una mirada subjetiva y fragmentada de lo más real, sólo muestran la sutileza y la perfección narrativa de una piel sumamente áspera de tanto acuñar el carbón. En la mente el sonido del viento y la frescura del agua terminaron estrellándose en el asfalto bañado de alquitrán.
Los jueces delimitaron toda sensualidad estilística en la intersección de la ruta 11 entre Camilo Aldao y Corral de Bustos. La normalidad de los exponentes más fuertes y precisos se situaron al filo del risco más bajo, pero sí bien, no estuvieron certificados, el corazón estoico de un árbol creció más tangible.

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