lunes, 19 de julio de 2010

Primerizo

Siempre descubrís, con el café de las mañanas tus nuevas capacidades y habilidades que despliegan un abanico de risas cruda. Con las pantuflas al lado de la cama recordás que la partera dijo que tenés falta de rutina hogareña. Tartamudeando con el corazón sordo advertís y mostrás otra cara, la cara del amor.
Cuidas tu respiración. No intentas cambiar la forma en el fluido del aire por tu cuerpo y sentís como el final sólo es el principio de algo más. El llanto te alerta, corres desesperado con el poder y la gloria de atenderlo sin importarte, la suegra, la gorda y los cuernos.

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