miércoles, 14 de abril de 2010

Dípteros de café

La flecha esculpida en metal atravesó la cotidianeidad de abril en un mundo normalmente anormal, la ausencia de 87 días de piel rompió el solsticio más largo del año. Hoy, he estado maullando y ronroneando a una vaca suave, delicada, tenue y cortés. No tenía tesón de mí mismo y agitándome con una bocanada de humo fluctuante mientras la mano derecha borroneaba una hoja de papel amarillo, y la mano izquierda bailoteaba al compás del desafinadísimo exhalado de mis labios, bebía café sentado en el bar.
Afuera, el frío asestaba como un puñal oblicuo la carne de cualquier pasante poco precavido. Adentro, las nubes tabacaleras recorrían durante horas el horizonte del bodegón. La rumiante altiva no estaba de vueltas, los minutos pasaban y perdía la noción de espacio y tiempo, un sorbo más del café rebajado con malta calentaban los huesos roídos por la postura cóncava de mi cuerpo.
Silbando de sueño noté que algunas moscas se pegaban como ventosas en el aparador del ruso Dimitri, y otras formaban círculos en el cielo raso tratando de esquivar los nubarrones de nicotina amarga. Otra vez observé la puerta y la bovina no aparecía, ella se cambiaba de piel como se cambian las culebras, una difunta por una lustrosa ó tal vez similar a las moscas; así en cuatro etapas morfológicas distintas; huevo, larva, ninfa y adulta se estiraba consiguiendo extenderse brillante y resplandeciente.
Bajé la cabeza y escuché acercándose unas chinelas chirriando los mosaicos pegajosos, levanté la mirada y descubrí una lágrima rodar por su mejilla, la cantina inmunda no podía envolver la belleza radiante de mujer, sin chupar el néctar dulce de su aroma natural, ni morder la fruta suave de su cutícula carmesí en espíritu y alma. La gente del lugar cambió su actitud con facilidad, al igual que Tomás Llorque en la barra desolado con el corazón odioso e inmutado.
Es otoño y como un clavo torcido no encajé, volvió su exquisita anatomía despidiéndose hacía la puerta y se esfumo como una brisa de perfume sensual. En la calle los árboles iban desarreglándose a medida que sus hojuelas caían y en 88 días, a mí, me siguen las moscas.

1 comentario:

CaRi dijo...

nooo,,, me mato la foto de perfil!!!! vos tomando mates????? jajaja !!!! exitos rama .. saluditos !!!!