miércoles, 12 de mayo de 2010

Protesta II

En otro sitio, allí, donde el alquitrán y la sangre se funden espesamente, comenzó la protesta. Se detuvieron clandestinamente por el miedo que el día a día cruelmente arrasaba como tsunamis demoledores, torturados en instante de alerta, una arenga colectiva impulsó la marcha. El que iba a la cabeza escupía rabia, mientras desplegaba un tripulación de emociones vehementes, el resto, acompañaban hambrientos de justicia.
Adelante, el cordón policial no dejaría avanzar a la columna. Enfrentarse al enemigo que devoraba los corazones de jovencitas y don nadies solitarios, fue irremediable.
El ansia, las gomas y los bastones culminaron con una estresante y salvaje sociedad urbana. Y como siempre, no se consiguió nada.

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